Ay, mi chiquita, dejé correr el tiempo por aquella canaleta de la vida, y ahora te encuentras a mi lado como el espejo de mi adolescencia. Ay chiquita, cuándo fue la última vez que te peinaba esas largas trenzas castañas y te ponía aquellos moñitos de moda. Pareciera que sólo se escurrieron algunos minutos de aquel momento, pero más bien pasaron unos cuantos años. Ay mi chiquita crecida, ¿cuándo fue que te deje partir de mi corazón? ¿Cómo es posible que ahora estés llorando encima de mi regazo, sin haber yo prevenido ese dolor? Dejame secarte esas lágrimas con el pañuelo del perdón.
No tengas miedo, mi chiquilla intrépida, si te arriesgaste con todo el amor que la inocencia puede tener no hay lugar para el arrepentimiento. Canta fuerte tu hazaña, cantala más alto, porque esa pena es reparable y justificada por valentía. Ahora que ya eres toda una mujer, yérguete. Cruzemos el puente que estamos de la mano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario